jueves, abril 21, 2016

Un mundo feliz huxleiano para la docencia universitaria

Circula estos días por mi universidad el borrador del denominado Plan de Actividad Docente, que sustituye el antiguo Plan de Ordenación Docente. Lo que debemos cumplir los docentes de la UAM.
Los principios que dicen iluminarlo son la responsabilidad y la transparencia. Pero parece una de esas leyes que unos tertulianos con mal café han hilvanado para meter en cintura a gente que consideran poco trabajadora. Se confunde el concepto de transparencia con el de "evaluación al minuto".
Por si hubiera pocos sistemas para evaluar y graduar la valía de los docentes universitarios (sexenios de investigación, Docentia para quinquenios de docencia, acreditaciones para distintos cuerpos académicos, verificación y acreditación de titulaciones, evaluación por pares de producción científica, evaluaciones en el plan nacional de investigación de excelencia orientadas por el cv del investigador principal, medidores de impacto de las publicaciones en las revistas...), llega un sofisticado sistema que le dará un puntaje a su actividad profesional en un denominado "portal de producción científica". El profesor será un número. Un número poco claro. Valdrá unas horas de docencia y unos puntos (200). Es un mundo feliz, con ciudadanos alfa, beta... todos tienen su posición en esta sociedad idílica de rozamiento cero.
Es sorprendente que se puntúe a los profesores anualmente cuando el sistema nacional da 6 años para que cada profesor genere conocimiento. ¿No debería respetarse que el profesor trabaja con 5 grupos de docencia y el concepto de sexenio vivo? ¿A qué esta hiperactividad y doble evaluación? Es dudoso que si un profesor es excelente en investigación consiguiendo con su trabajo mantener un sexenio vivo, que deba justificar al detalle su dedicación con este algoritmo que se propone.
Veamos con un poco de detalle esta vuelta de tuerca del neoliberalismo aplicado a la vida académica.
Como declara en su preámbulo, "El PAP registrará las distintas actividades realizadas por el POI en torno a las siguientes categorías: a) docencia; b) investigación; c) innovación científica; d) transferencia del conocimiento; e) innovación docente; y f) gestión."
Esa es la cuestión, registrar. 100 puntos por investigación, 40 por innovación científica y transferencia cada una, 20 por innovación docente, y una cantidad indeterminada por gestión universitaria que taparía carencias en lo anterior.
En Ciencias sociales, área desde la que escribo, aquí hay conceptos que ni olemos. La norma propone una diferenciación por áreas, pero sólo para algún criterio concreto.
No tenemos ni los equipos humanos, ni el ecosistema ni las infraestructuras de los de las ciencias duras. Mediciones que antes se hacían a recorridos se convierten en un sistema instantáneo, descontextualizado, para justificar por una supuesta objetivación una estamentalización que existe de facto en la estructura científica. Sólo hay que ver la inversión en ciencia por áreas de conocimiento. Propongo un factor de corrección donde se haga la investigación realizada inversamente proporcional a la inversión en ciencia por áreas de conocimiento del país; cuanto más dinero se destine a ciencia en esa área, menos vale la investigación para el cómputo de la performance de ese profesor.
Se pide que para cubrir el estándar de investigación, 100 puntos, se dirija un i+d y se publiquen 8 artículos anuales en revistas de impacto. Es descabellado para algunas estructuras científicas y áreas de conocimiento.
Desconocemos el significado atribuido por la jerga de política científica a los conceptos de innovación científica y la transferencia de conocimiento. No porque no queramos, sino porque lo que nosotros hacemos nunca les ha interesado apoyarlo. Sería bueno que se definiera "innovación científica".
Se va a generar doble discriminación, aquellos que no tengan investigación van a tener que compensarlo con mayor docencia, con lo que serán recluidos y jamás pagarán la deuda de investigación que van a contraer.
Es sorprendente que la innovación docente tenga un peso tan pobre. El sistema no contempla el grado de experimentalidad de la docencia, ni la atención personalizado para el dominio de procedimientos ("conocimiento práctico"). La docencia sigue siendo el patito feo.
La formación permanente, el trabajo colegiado, la reflexión sobre la práctica... este sistema para etiquetar al profesorado universitario no ha oído hablar de estos temas. Es un sistema que convierte tu práctica profesional en una fotografía.
Los que más viajen de congreso o a hacer una estancia a alguna universidad, tendrán más puntos.
Los que generen patentes y los que generen contratos con la sociedad civil también tendrán un plus. El mismo del que los que generen MOOC. Las colaboraciones sociales valen cinco veces menos que las patentes, lo mismo que escribir una columna en prensa.
Bueno, no pasa nada, es un mundo feliz, todo está en su lugar, es medido, tiene un fin. Pero este mundo feliz tiene un aroma de reprensión que, además, es simplificador, afianzador de castas e injusto. Es la hipérbole de la numerología para esconder una gran mentira.

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